Tchaicovsky Overture 1812

miércoles, 29 de abril de 2009

Carta abierta a la humanidad

Todos nosotros obramos en el mundo, todos lo transitamos, pero pocos dejamos un legado, un estilo propio de ser al menos recordado.
Que extraño que la mayoría de la gente quede sepultadabajo el olvido luego de vivir una vida que fue razonable, atenida a las normas, en fin, común...
¿Acaso a alguien le importa como nos comportemos fuera de nuestros prejuicios? ¿Acaso importa?
Mucho antes que nosotros otras especies compitieron por esta tierra , por su sagrado y único predicamento , el de estar vivos. Petulante sería creer que existe un cielo para los mosquitos, para los gatos, para las lombrices, su ley parece desordenada e insidiosa.
Creemos ver en nosotros el lucrativo y apelativo aprecio de nuestras divinidades, no nos damos cuenta que ellas no son más que el producto de nuestra ingenuidad y de nustro miedo, miedo, que no esta demás decir que es el que le proporciona su fuerza implacable a tales concepciones; nos cegamos profundamente a todo aquello que es por lejos, impertinéntemente evidente.
Lo único que queda es el hoy y el mañana ("la vida son dos días"), el tedio se desliza entre ellos transformando mil días en uno que se repite incontrolable entre nuestros años que pasan, todos ellos sordos y aburridos.
No tiene sentido vivir para las reglas, acatando lo impuesto por el ingenuo (y admito que potente) común de la gente. Es raro como pocas personas no notan el desagradable compás de la monotonía, el veneno suave y silencioso (aunque implacable) de la rutina.
¿Cuando perdimos nuestra libertad? Vendida sin pensar a la hipocresía. ¿Dónde dejamos de amar el alba porque siempre volvía?
El regalo más grande de la vida seguramente sería un día en el que podamos ser nosotros mismos y donde no se necesite más que una sonrisa, porque ella se resguarda en el infinito.
Un día donde podamos hacer lo que nos venga en gana, y reirnos de cuanto nos de gracia. De evitar los cumplidos caprichosos y falsos para insultar a nustros enemigos, para tirar por la borda todo lo que nos fue impuesto por la fuerza (y sólo aquello, pues si tiramos tda nuestra cultura no somos nadie). Donde uno se sienta feliz de ser sin impedimentos y donde le limite de su haber sean las estrellas.
Debemos alzarnos en un grito subversivo, debemos protestar sobre el mundo con nuestra obra, postrarla con descaro y gesto deliberado que nos importa poco todo lo ordenado.
Que queremos un día ser lo suficientemente locos como para ser tal cual somos.
Nadie nos puede impedir hacer lo que se nos cante, no existe cielo ni infierno, justicia ni razones, nada es verdad, se permite todo lo que se te antoje...

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