Tchaicovsky Overture 1812

sábado, 26 de septiembre de 2009

¿Azar o Determinismo?




En realidad, las preguntas filosóficas sobre la realidad (valga la redundancia) se reducen a una única cuestión, una que, si se quiere, define la esencia última de nuestro mundo, pues los teoremas derivados de su respuesta, o de su consideración bifurcan la filosofía, la física y la moral.
Mi respuesta, que es por demás, muy conveniente, es que son aspectos polares de una misma cuestión, y, llegado este punto fácilmente arribado, deberé simplemente aplicar mi axioma, del cual no he dudado ni en mis peores crisis, ni en mis más absolutas euforias.
Diré aquí que no puede haber uno sin el otro, tan necesarios azar y determinismo para anular nuevamente la esencia, como cualesquiera aspectos polares de dicha y sobredicha nulidad.

Permítanme explicarme:
Consideremos cierto destino, para nosotros definido como una clausula empírica, téngase de ejemplo: "Estarás en tu casa todo el día". Suponiéndolo cierto, este destino, así definido, es ciertamente muy ambiguo, por más que realmente afirme, no determina en que lugares estarás dentro de tu casa, esta es mi analogía del azar. Así pienso que trabajan estos dos conceptos. Mi definición de destino es, pues, una cota del azar.

A esta altura: ¿Hasta que punto podemos acotar el azar?
El axioma nos asegura que existe una mínima cota, pues de no existir, podríamos acotar el azar hasta hacerlo nulo, lo cual es absurdo. Deberá existir un sistema, de quien no podamos decir con certeza, ni aún con los suficientes datos, que destino tendrá cabida.

"Arriba está la ciencia, y abajo el electrón."

Illa nata ego.

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